Nuestra llegada a Carmo( como se denominaba en la época romana) nos llevó a la Necrópolis o ciudad de los muertos. Allí fuimos recibidos por Pancracia que nos convirtió en sus esclavos y nos leyó las leyes romanas que a partir de ese mismo instante deberían regir nuestra estancia en la ciudad. Participamos allí en un enterramiento romano en el que todos tuvimos un papel crucial: el fallecido, sus familiares, músicos, porteadores, plañideras…. Estando allí Pancracia, bastante preocupada, nos informó de que su hermano el Centurión Máximo nos necesitaba y acudimos a la Alameda para saber que necesitaba.

    Allí nos adiestró en el arte de la guerra y en técnicas de combate( como la mítico formación tortuga), nos organizó en legiones y puso al cargo de cada una de ellas a un general. Acudimos al Alcázar para derrocar a nuestros enemigos los Cartagineses, por el camino ganamos confianza y fuerza realizando cánticos. Una vez llegamos al Alcázar el enemigo ofreció una feroz resistencia, pero tras un largo asedio conseguimos entrar y apoderarnos de tan importante edificio. Excarcelamos a un Patricio, Claudio, el cual tras una reñida negociación con Máximo, nos vendió.

    Tras trabajar para él, realizando mosaicos y monedas, nos regaló ofrendas que junto con las de Máximo entregamos a los dioses para que intercedieran por nosotros y nos concedieran la libertad. Finalmente, los dioses nos escucharon y nos concedieron la libertad y abandonamos Carmo rumbo a nuestra Hispalis como personas libres de nuevo.